Crítica al accionar del diputado Miguel Arredondo:
En medio del caos, la angustia y la esperanza que rodeaban el rescate de posibles víctimas entre los escombros del icónico centro de diversión Jet Set, el diputado Miguel Arredondo sorprendió a muchos al correr, casi con premura, a someter una propuesta en el Congreso para que el gobierno adquiera el solar y construya allí un museo. La idea, según se comenta, fue inspirada por comentarios de varios cibernautas que, conmovidos por la tragedia, vieron en ese lugar un símbolo que podría transformarse en memoria colectiva. Sin embargo, lo que parecía una intención noble, quedó opacada por el momento en que se ejecutó.
Mientras familiares de desaparecidos cruzaban los dedos por un milagro y rescatistas se jugaban la vida entre los escombros, el legislador optó por adelantarse a sus colegas, motivado más por el afán de figurear que por un verdadero sentido de oportunidad o sensibilidad. A muchos les pareció que lo hizo no por respeto a la memoria de las víctimas, sino por evitar que otro diputado “conectado” le robara el protagonismo.
Este tipo de accionar ha sido fuertemente cuestionado en medios y redes sociales. Comentarios que señalan que Miguel "tiene problemas en el disco duro" o que "le falta el chip de la ética", abundan. Y es que, aunque la propuesta de un museo puede ser válida en otro contexto, lanzarla en plena emergencia, cuando el país aún no termina de asimilar la tragedia, fue no solo inoportuna, sino también insensible.
La Biblia nos recuerda con sabiduría que “todo tiene su tiempo” (Eclesiastés 3:1), y este claramente no era el momento. La ética, especialmente en un diputado, debería ser una brújula inquebrantable. No se trata solo de lo que se hace, sino de cuándo y por qué se hace.
La política sin empatía y sin tacto humano deja al descubierto el rostro más frío del poder.
Por Frank Sánchez de Miradorweb
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