🧠 Reflexión Mirador Web
Por Frank Sánchez
En las redes se ha vuelto viral el video de un vendedor de cocos que discute con un agente de la Digesett, luego de que este le pidiera mover su camioneta que ocupaba parte de la acera.
El comerciante, grabándose a sí mismo, intenta ganar simpatía alegando que “tiene 26 años, está emprendiendo y solo busca ganarse la vida”. Pero en su defensa se pierde de vista un detalle esencial: no todo lo que genera ingresos es correcto si afecta el derecho de los demás.
El derecho a trabajar no incluye invadir el espacio público, obstaculizar el paso peatonal ni convertir las aceras en puntos de venta. Ser padre o emprendedor no nos exime de cumplir la ley ni de respetar las ordenanzas municipales.
Este tipo de actitudes —respaldadas muchas veces por quienes confunden “buscarse la comida” con “hacer lo que me dé la gana”— terminan fomentando el desorden urbano y la falta de civismo.
Emprender es admirable, pero hacerlo dentro del orden y el respeto a las normas es lo que verdaderamente edifica una sociedad responsable.
El progreso no se mide por cuántos emprenden, sino por cuántos lo hacen con conciencia, respeto y civismo.


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