Muchos dominicanos no quieren reconocer la autoridad de Faride Raful como ministra, y tienden a personalizar sus ejecutorias, cuando en realidad ella simplemente está aplicando las funciones que le corresponden al Ministerio de Interior y Policía. Una cosa es su vida privada —que no debe ser usada como argumento para desmeritarla— y otra muy distinta es su gestión, que ha sido la más activa en reactivar atribuciones del ministerio que llevaban años dormidas desde la fundación de ese organismo. Lamentablemente, en el pasado solo tuvimos ministros de “pose”.
El Ministerio de Interior y Policía no solo se encarga de otorgar permisos para armas de fuego; también tiene bajo su supervisión las políticas migratorias. Por eso Faride ha asumido una postura firme frente al tema haitiano, pero muchos desinformados en República Dominicana la atacan sin entender el alcance real de su cargo, dejándose arrastrar por el odio de sus "haters".
Aunque las acciones del alcalde Santiago Riverón pueden parecer patrióticas, debe entender que está bajo la supervisión del Ministerio de Interior y Policía. Al enfrentarse públicamente a la ministra, socava la gobernabilidad del sistema. Alguien debe hablar con él para que no se deje llevar por la improvisación, porque no todos somos zoquetes.
Debemos respetar la investidura de Faride Raful y acatar sus decisiones dentro de las atribuciones que la ley le otorga como ministra.
Por otro lado, alguien también debe ponerle freno a las llamadas “Toras”, madre e hija, que se dedican a difamar funcionarios con acusaciones vulgares y sin sustento. Ya es hora de que alguien les responda con creatividad y les haga probar de su propia medicina, para que luego digan a qué les supo.
Una cosa es el individuo y otra su investidura: vamos a respetar los rangos.
Att. Frank Sánchez,
Miradorweb
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