Ante la posibilidad de que un asteroide impacte la Tierra, la ciencia y los gobiernos han desarrollado protocolos y estrategias para detectar y, en teoría, desviar estos objetos. Sin embargo, la realidad es que la humanidad tiene un poder muy limitado frente a este tipo de amenazas. En un escenario de impacto inminente, lo único que podrían hacer los científicos y líderes mundiales sería reconocer su impotencia y unirse en oración con quienes confían en Dios.
Esto nos lleva a una conclusión evidente: ningún protocolo humano puede garantizar nuestra seguridad absoluta. Sin embargo, el solo anuncio de una amenaza externa de gran magnitud podría generar pánico, ansiedad, depresión e incluso desencadenar suicidios o accidentes debido a la tensión que se propagaría a través de los medios de comunicación.
Quienes confían en el propósito divino no se inquietan con estas noticias, pues la Biblia deja claro que la Tierra tiene un destino especial. Salmo 37:29 afirma: "Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella", mientras que Isaías 45:18 declara que Dios creó la Tierra para ser habitada. Además, Revelación 11:18 advierte que Dios traerá juicio sobre aquellos que están arruinando el planeta.
Si creemos en estas promesas, podemos razonar que no estamos en peligro de destrucción total por un asteroide u otra catástrofe cósmica, porque Dios tiene el control absoluto. Su sabiduría y poder superan infinitamente la capacidad humana, que ante eventos de esta magnitud es comparable a la de una hormiga intentando frenar una avalancha.
Paradójicamente, en lugar de reconocer que una mente superior gobierna el universo, muchos científicos buscan controlar lo que solo Dios puede manejar. Pero la verdadera seguridad no está en los planes humanos, sino en el propósito divino para la Tierra y quienes la habitan.
Att. Frank Sánchez – Miradorweb.
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