Por Frank Sánchez
En la actualidad, la falta de orientación y supervisión por parte de Salud Pública respecto a medidas higiénicas en establecimientos que expenden alimentos representa un grave riesgo para la salud de los consumidores. La ausencia de operativos de inspección y la falta de regulaciones eficaces dejan en evidencia una gran deuda hacia los ciudadanos, especialmente los sectores más vulnerables.
En lechoneras, puestos de venta de pollo frito y asaderos, se puede observar cómo enjambres de moscas contaminan los alimentos y los envases utilizados para su traslado, exponiendo a los compradores al riesgo de contraer enfermedades bacterianas de las que luego para sanar les puede salir caro . Es importante recordar que las moscas suelen posarse en excrementos y basura antes de llegar a los alimentos, lo que aumenta significativamente el riesgo de contaminación.
Por otro lado, muchos propietarios de estos negocios no toman las medidas necesarias para garantizar la limpieza y seguridad de sus productos, como fumigar o mantener los espacios higienizados. Lo más preocupante es que si algún cliente exige un mínimo estándar de calidad, suelen ser cuestionados con frases como: “¿De qué privas? Déjate de tonterías; al final, todos estamos expuestos.” Este desprecio por la salud pública se agrava con la inacción de organismos responsables de velar por la seguridad alimentaria.
Además, se denuncian condiciones insalubres en algunos restaurantes y pica pollos, donde ratones, perros y gatos son comunes en las instalaciones. Incluso circulan rumores sobre prácticas extremadamente cuestionables, como cocinar animales exóticos en el mismo aceite que se utiliza para freír alimentos.
En el ámbito de bebidas, fábricas de jugos y mabí operan sin ningún control de calidad ni registro sanitario, evidenciando que muchos propietarios priorizan las ganancias económicas sobre la salud de sus clientes.
Propuestas para mejorar
- Fortalecimiento de supervisión y regulación: Es urgente que las autoridades de Salud Pública organicen operativos periódicos para verificar las condiciones higiénicas en todos los establecimientos de venta de alimentos.
- Capacitación a comerciantes: Los vendedores necesitan orientación sobre buenas prácticas de manipulación de alimentos, almacenamiento, limpieza y control de plagas.
- Obligatoriedad de medidas sanitarias:
- Uso obligatorio de guantes, mascarillas y gorros para el personal que manipula alimentos.
- Fumigación regular de los establecimientos.
- Implementación de normas estrictas para el manejo y disposición de residuos.
- Certificación sanitaria: Crear un sistema de certificación que identifique los negocios que cumplen con los estándares de higiene, lo cual generará confianza en los consumidores.
- Educación ciudadana: Sensibilizar a los consumidores sobre la importancia de exigir alimentos en condiciones óptimas y reportar a las autoridades cualquier irregularidad.
Salud Pública y los propietarios de negocios tienen una responsabilidad conjunta. Es inadmisible que, en pleno siglo XXI, todavía existan prácticas tan negligentes. Cuidar la salud de los consumidores no es un lujo ni una concesión, es un derecho inalienable. El pueblo exige respeto y medidas inmediatas.
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