Manny Pacquiao, figura central en la historia del boxeo, volvió al cuadrilátero en Las Vegas. El filipino enfrentó al estadounidense Mario Barrios por el título mundial welter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y empató en fallo dividido después que dos jueces decidieron que hubo empate (114-114) y el restante (Max de Luca) eligió al campeón interino con una tarjeta de 115-113.
Según medios especializados en el pugilismo, Pacquiao tenía garantizados al menos 12 millones de dólares solo por subir al ring. Esa cifra podrá escalar hasta los 17 o 18 millones gracias a los ingresos complementarios de ventas de entradas y el sistema de pago por evento (PPV), utilizados en combates de alto perfil. Algunos cálculos sitúan su potencial ingreso total cerca de los 20 millones de dólares, en función de las variables comerciales del espectáculo. La última vez que protagonizó un evento de semejante expectativa, en 2015 ante Floyd Mayweather, Pacquiao obtuvo cerca de 120 millones de dólares, una de las bolsas más grandes en la historia del boxeo.
Aunque Pacquiao declaró que su regreso responde al deseo de competir y conseguir nuevamente el cinturón a los 46 años, su sola presencia continúa generando impacto económico. La industria del boxeo depende de figuras capaces de movilizar grandes audiencias y capitales; el filipino sigue siendo uno de los pocos deportistas con ese atractivo global, a pesar de sus casi cuatro años de inactividad profesional.
AP
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