Por Frank Sánchez | Miradorweb
En la República Dominicana no hay coincidencias cuando se trata de escándalos y manejo de opinión pública. Y lo que hemos visto recientemente con la llegada de Ángel Martínez al país, no parece ser la excepción. Todo apunta a que su aparición no fue una simple visita, sino parte de una estrategia cuidadosamente armada para redirigir el foco mediático y, de paso, proteger a ciertos actores que han estado bajo fuego.
Ángel Martínez, con su estilo provocador y su historial de denuncias altisonantes, es un imán para las cámaras y el morbo popular. Su llegada coincidió —¿por casualidad?— con el enfriamiento del caso de Antonio Espaillat, el empresario de origen dominicano vinculado al escándalo del Jet Set, que venía generando calor mediático por todos lados. La arepa estaba candente por arriba y por abajo, pero de pronto, se enfrió.
Y mientras Ángel capta la atención, se introduce a la escena un personaje nuevo: “el chamo”. Un cantante al que ahora intentan posicionar como el “nuevo Rubby Pérez”. El mensaje entre líneas parece claro: “Olvídense del maestro, suéltenlo en penas, y alégrense con este nuevo show”. ¿No suena eso a una cortina de humo de manual?
El joven no sabe que a lo mejor es una ficha que están usando en guilleta .
Lo más preocupante no es la distracción en sí, sino lo que revela: que la opinión pública dominicana puede ser manipulada con figuras mediáticas mientras se reacomodan fichas detrás del telón. Ángel Martínez podría haber sido convencido de venir con la promesa de que “no le pasará nada”, y a cambio, le darían pantalla, apoyo, y una participación en el reparto del espectáculo. Todo mientras se enfría lo que realmente importa.
La pregunta que queda en el aire es: ¿quién está moviendo los hilos? ¿Quién necesita que olvidemos a Espaillat? ¿Y por qué tanto esfuerzo para desplazar la atención justo cuando el Jet Set estaba en el centro de la tormenta?
Los que creen que el pueblo dominicano no se da cuenta de estas jugadas, están subestimando a una sociedad que ya ha visto de todo.
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