Santo Domingo – junio de 2025.
“Viv Ansanm”, que en español significa “Vivir Juntos”, es el nombre de la asociación criminal más poderosa actualmente en Haití, nacida en el año dos mil veintitrés tras la alianza estratégica entre dos de las pandillas más temidas del país: la G-9, liderada por el temido ex policía Jimmy Chérizier, alias Barbecue, y la G-Pep, su antigua enemiga.
Lo que comenzó como una tregua para compartir control territorial y recursos criminales, hoy se ha convertido en una maquinaria de violencia organizada, que ha sembrado el terror en Puerto Príncipe y otras zonas de Haití.
Esta semana, las autoridades dominicanas detuvieron a tres miembros de Viv Ansanm, quienes se encontraban en el país comprando drones de uso comercial y táctico, según fuentes de inteligencia.
Investigaciones indican que los detenidos fueron enviados directamente por “Barbecue” como parte de una misión de venganza: responder al ataque que acabó con más de cien integrantes de su estructura criminal, abatidos en operativos recientes por drones manejados por el equipo de intervención militar encabezado por el contratista estadounidense Erik Prince, quien fue contratado por la Policía Nacional de Haití para combatir a las bandas armadas.
La ironía de esta nueva guerra es que la tecnología utilizada por Prince para debilitar a las bandas está siendo imitada por los mismos grupos criminales, que ahora intentan armarse con el mismo tipo de dispositivos para futuras ofensivas.
Expertos advierten que el uso de drones por parte de bandas como Viv Ansanm podría marcar una nueva y peligrosa etapa del conflicto haitiano, donde la violencia callejera se transforma en combate urbano tecnológico, sin reglas ni control.
Las autoridades dominicanas no han revelado mayores detalles sobre la ubicación exacta de la captura ni el destino judicial de los apresados, pero se presume que están bajo investigación y que serán deportados o puestos a disposición de organismos internacionales.
Mientras tanto, la región observa con preocupación cómo la frontera entre Haití y República Dominicana sigue siendo punto clave de tráfico, espionaje y expansión criminal.
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