Si en la zona hay otros niños que juegan con libertad y nunca han sido víctimas de un peligro similar, se podría descartar la hipótesis de un secuestrador oportunista al acecho. Esto hace que la investigación deba centrarse en las últimas personas que estuvieron con el niño, especialmente los adultos responsables de su entorno inmediato.
El niño de tres años jugaba metiendo una botella en un balde con agua cuando, según el testimonio de una niña de 12 años que vive en ese lugar, ella revela que : lo llevó hasta donde estaba su padre en la cocina. Sin embargo, poco después, el niño desapareció y solo se halló uno de sus tenis. Nadie sabe qué ocurrió realmente.
Posible escenario
Es posible que la niña, al notar el interés del niño por jugar con agua, decidiera llevarlo al río cercano para entretenerlo. Para hacerlo más rápido, probablemente lo cargó, lo que explicaría por qué su tenis quedó en el patio.
Si en el río ocurrió un percance y el niño fue arrastrado por la corriente, la niña, por miedo a ser castigada, pudo haber regresado apresurada y fingido desconocer su paradero. Inconscientemente, al dar la voz de alarma, dirigió la atención de los adultos hacia la búsqueda del niño, evitando así asumir responsabilidades.
Líneas de investigación clave
Es fundamental confrontar al padre y a la niña que estaba a cargo del niño:
1. Si la niña realmente le entregó el niño a su padre, entonces ella queda descartada como sospechosa y la responsabilidad recae sobre el padre.
2. Si la niña miente y nunca le entregó el niño, entonces pudo haber fabricado una coartada para evadir responsabilidad y ocultar un posible accidente en el río.
El punto de investigación está entre el padre y la niña. Solo con un análisis riguroso de sus declaraciones y una revisión minuciosa de la zona se podrá esclarecer qué ocurrió realmente con el niño.
Frank Sánchez – Miradorweb
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