Tras el fallecimiento del Papa Francisco este lunes 21 de abril, el Vaticano ha activado el protocolo que marca la transición de la Iglesia Católica en tiempos de sede vacante. El cuerpo del pontífice será trasladado en procesión a la Basílica de San Pedro, donde se desarrollarán los actos fúnebres previos a la elección del nuevo Papa.
Una despedida solemne
El cortejo fúnebre partirá desde la residencia papal en Casa Santa Marta, acompañado por miembros de la Guardia Suiza, obispos y cardenales, hasta llegar al altar central de la basílica vaticana. Allí se instalará la capilla ardiente, abierta durante tres días para que los fieles puedan rendir homenaje al pontífice argentino, el primero latinoamericano en ocupar la silla de Pedro.
La misa exequial será presidida por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, en la Plaza de San Pedro. Se espera la presencia de miles de fieles y decenas de delegaciones oficiales de todo el mundo. Finalizado el acto, el cuerpo de Francisco será sepultado en las grutas vaticanas, bajo la Basílica, siguiendo la tradición papal.
Camino al próximo Papa
Con la muerte de Francisco se inicia oficialmente el período de sede vacante. El camarlengo, cardenal Kevin Joseph Farrell, asume la administración interina del Vaticano y organiza, junto a los cardenales, la logística del próximo cónclave.
Solo los cardenales con menos de 80 años podrán participar en la elección. Reunidos en la Capilla Sixtina, deberán alcanzar una mayoría de dos tercios para elegir al nuevo Pontífice. Durante las votaciones, el mundo estará pendiente del humo que sale de la chimenea del Vaticano: negro si no hay acuerdo, blanco cuando se elija al nuevo Papa.
Una vez electo, el sucesor de Francisco aceptará su designación, elegirá su nombre pontificio y será presentado al mundo desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, con el tradicional anuncio: Habemus Papam.
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