Por Frank Sánchez de Miradorweb
Este domingo partió Doña Chichi, una figura emblemática del sector Miramar, San Pedro de Macorís. Desde su silla de ruedas, pasaba los días frente a su residencia al final de la calle Luis A. Bermúdez, casi esquina Dr. George, un punto frecuentado por quienes regresaban del malecón hacia otros barrios.
Antes de perder sus piernas por problemas de salud, Doña Chichi recorría el barrio, creando lazos de afecto con la comunidad. A pesar de sus limitaciones físicas, mantuvo siempre una actitud amable y un amor genuino por quienes cruzaban por su camino, regalando un saludo cálido y sincero.
Sus palabras eran más que un simple gesto. “Adiós, mi hijo. Que Dios te bendiga y acompañe”, decía con una ternura que tocaba el corazón. Su saludo, sencillo pero profundo, me recordaba a mi madre y me hacía feliz poder brindarle algún apoyo.
Hoy, sus restos son velados en el local de los trabajadores portuarios de Miramar, donde familiares y amigos la despiden con cariño.
Extrañaré pasar por esa vía y no escuchar su contagioso saludo. Su partida nos recuerda que la vida es efímera. Sembremos afecto sincero y vivamos cada día como si fuera el último.
No hay comentarios:
Publicar un comentario