El infante, oriundo de Pedernales, recibió ayer la quinta y
última dosis para prevenir la mortal enfermedad
La angustia ha sido la inseparable compañía de Lisselot Estévez desde que se confirmara que el niño que mordió a su hijo de seis años había contraído el virus de la rabia humana en noviembre pasado y quien, desafortunadamente, falleció el pasado 15 de diciembre en el hospital infantil Robert Reid Cabral.
La joven madre vino ayer desde Pedernales al centro de primer nivel de atención (La Municipal), ubicado en la avenida 27 de Febrero, casi esquina Barahona, a aplicarle la quinta y última dosis de la vacuna antirrábica para prevenir el contagio de la mortal enfermedad, tal y como lo indica el protocolo.
“Ellos estaban juntos en el mismo curso y ese día el niño mordió a mi hijo, pero nadie sabía nada, solo decían que estaba más violento, pero como a los 20 días cuando le dio fiebre fue que descubrieron que tenía rabia.
La angustia ha sido la inseparable compañía de Lisselot Estévez desde que se confirmara que el niño que mordió a su hijo de seis años había contraído el virus de la rabia humana en noviembre pasado y quien, desafortunadamente, falleció el pasado 15 de diciembre en el hospital infantil Robert Reid Cabral.
La joven madre vino ayer desde Pedernales al centro de primer nivel de atención (La Municipal), ubicado en la avenida 27 de Febrero, casi esquina Barahona, a aplicarle la quinta y última dosis de la vacuna antirrábica para prevenir el contagio de la mortal enfermedad, tal y como lo indica el protocolo.
“Ellos estaban juntos en el mismo curso y ese día el niño mordió a mi hijo, pero nadie sabía nada, solo decían que estaba más violento, pero como a los 20 días cuando le dio fiebre fue que descubrieron que tenía rabia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario